Por: Pbro. José Martínez Colín
El Papa Benedicto XVI ha publicado un nuevo documento. Se trata de la exhortación apostólica que lleva como título: “La Palabra del Señor (“Verbum Domini”). En este escrito se recogen las conclusiones de un Sínodo de Obispos que tuvo lugar en el año dedicado a la figura de San Pablo, quien se distinguió por el celo con que difundía la Palabra de Dios.
Hay que tener en cuenta que la Palabra de Dios, además de formar las Sagradas Escrituras, hace referencia al mismo Hijo de Dios, al Verbo. Por ello el Papa exhorta “a todos los fieles a reavivar el encuentro personal y comunitario con Cristo, Verbo de la Vida que se ha hecho visible, y a ser sus anunciadores para que el don de la vida divina, la comunión, se extienda cada vez más por todo el mundo. En efecto, participar en la vida de Dios, Trinidad de Amor, es alegría completa (cf. 1 Jn 1, 4” (Verbum Domini, n.2).
En un artículo firmado por el señor Scott Brown, se relata su experiencia cuando practicaba atletismo en la universidad. Una de las prácticas que se llevaban a cabo era el salto de longitud. Su maestro, que era excelente, los puso a todos a saltar sin decirles nada. Después de que cada uno había saltado, les dijo que todos habían cometido un error clásico y básico: al pisar la línea de despegue, todos se fijaban en la arena donde iban a aterrizar.
“Quiero que hagan una cosa distinta en el siguiente salto”, dijo su maestro. Todos pensaron que les iba a decir que tenían que correr más rápido, o saltar más fuerte, o algo semejante. Se llevaron una sorpresa cuando les dijo que siguieran este consejo: “Levanten la cabeza y ALCEN LA VISTA. Esto va a jalar su cuerpo en un ángulo que les permitirá tener una mayor longitud en su salto”.
Con ese consejo todos mejoraron considerablemente su marca y saltaron mucho más.
En la vida suele pasar algo semejante. Al estar tan enfocados en las cosas de este mundo, no logramos saltar lo suficiente; es decir, si pusiéramos la vista en el Cielo, en el Señor, llegaríamos más lejos; sólo entonces haríamos cosas realmente grandes. El Papa nos invita a levantar los ojos al Señor escuchando su Palabra.
Todos fuimos creados para mantener una comunión con Dios mismo. Por ello es muy importante la relación que tengamos con la Palabra de Dios, pues Ella nos lleva a tener esa unión que, a su vez, hemos de anunciarla.
La carta del Papa, al hablar sobre la relación de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia, nos hace reflexionar y nos revela la alegría que se produce en el “encuentro con la Persona de Cristo, Palabra de Dios presente en medio de nosotros. En un mundo que considera con frecuencia a Dios como algo superfluo o extraño, confesamos con Pedro que sólo Él tiene ‘palabras de vida eterna’ (Jn 6, 68). No hay prioridad más grande que esta: abrir de nuevo al hombre de hoy el acceso a Dios, el Dios que habla y nos comunica su amor para que tengamos vida abundante (cf. Jn 10, 10)”. (Verbum Domini, n2).
Es bueno que nos acerquémonos a la Palabra de Dios a través de la lectura de la Sagrada Escritura y del encuentro con esa Palabra en la Eucaristía.
El Papa Benedicto XVI ha publicado un nuevo documento. Se trata de la exhortación apostólica que lleva como título: “La Palabra del Señor (“Verbum Domini”). En este escrito se recogen las conclusiones de un Sínodo de Obispos que tuvo lugar en el año dedicado a la figura de San Pablo, quien se distinguió por el celo con que difundía la Palabra de Dios.
Hay que tener en cuenta que la Palabra de Dios, además de formar las Sagradas Escrituras, hace referencia al mismo Hijo de Dios, al Verbo. Por ello el Papa exhorta “a todos los fieles a reavivar el encuentro personal y comunitario con Cristo, Verbo de la Vida que se ha hecho visible, y a ser sus anunciadores para que el don de la vida divina, la comunión, se extienda cada vez más por todo el mundo. En efecto, participar en la vida de Dios, Trinidad de Amor, es alegría completa (cf. 1 Jn 1, 4” (Verbum Domini, n.2).
En un artículo firmado por el señor Scott Brown, se relata su experiencia cuando practicaba atletismo en la universidad. Una de las prácticas que se llevaban a cabo era el salto de longitud. Su maestro, que era excelente, los puso a todos a saltar sin decirles nada. Después de que cada uno había saltado, les dijo que todos habían cometido un error clásico y básico: al pisar la línea de despegue, todos se fijaban en la arena donde iban a aterrizar.
“Quiero que hagan una cosa distinta en el siguiente salto”, dijo su maestro. Todos pensaron que les iba a decir que tenían que correr más rápido, o saltar más fuerte, o algo semejante. Se llevaron una sorpresa cuando les dijo que siguieran este consejo: “Levanten la cabeza y ALCEN LA VISTA. Esto va a jalar su cuerpo en un ángulo que les permitirá tener una mayor longitud en su salto”.
Con ese consejo todos mejoraron considerablemente su marca y saltaron mucho más.
En la vida suele pasar algo semejante. Al estar tan enfocados en las cosas de este mundo, no logramos saltar lo suficiente; es decir, si pusiéramos la vista en el Cielo, en el Señor, llegaríamos más lejos; sólo entonces haríamos cosas realmente grandes. El Papa nos invita a levantar los ojos al Señor escuchando su Palabra.
Todos fuimos creados para mantener una comunión con Dios mismo. Por ello es muy importante la relación que tengamos con la Palabra de Dios, pues Ella nos lleva a tener esa unión que, a su vez, hemos de anunciarla.
La carta del Papa, al hablar sobre la relación de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia, nos hace reflexionar y nos revela la alegría que se produce en el “encuentro con la Persona de Cristo, Palabra de Dios presente en medio de nosotros. En un mundo que considera con frecuencia a Dios como algo superfluo o extraño, confesamos con Pedro que sólo Él tiene ‘palabras de vida eterna’ (Jn 6, 68). No hay prioridad más grande que esta: abrir de nuevo al hombre de hoy el acceso a Dios, el Dios que habla y nos comunica su amor para que tengamos vida abundante (cf. Jn 10, 10)”. (Verbum Domini, n2).
Es bueno que nos acerquémonos a la Palabra de Dios a través de la lectura de la Sagrada Escritura y del encuentro con esa Palabra en la Eucaristía.
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