Andan por la calle con sombrero de pirata o con un colador de pasta en la cabeza. No tienen mandamientos, sino condimentos; dicen ‘ramén’ en vez de ‘amén’ y adoran a una masa de espaguetti con albóndigas que vuela.
Son los Pastafari. Una religión que en países como Holanda, Australia y Nueva Zelanda ya es reconocida y que en Colombia busca espacio para sea considerada oficialmente.
Aunque, si somos exactos, ese reconocimiento poco y nada los trasnocha. Como tampoco les quita el sueño adorar cada minuto a su dios, o cumplir con sus ‘condimentos’ al pie de la letra. Finalmente, su religión, dicen, está basada en ‘sugerencias’. Si las cumples, está bien. Si no, no pasa nada. Porque Monesvol (Monstruo Espagueti Volador), su dios, no te está mirando todo el tiempo. Es una deidad bastante despreocupada.
Tan despreocupada que, a diferencia de lo que creen las religiones ‘tradicionales’, siempre será sordo a cualquier oración. Jamás hará un milagro. Pedirle ayuda es una pérdida de tiempo. Acá no es “ayúdate que yo te ayudaré”, sino simplemente “ayúdate… y ya”.
Esa despreocupación, asegura el ‘Evangelio del monstruo de espagueti volador’, libro 'sagrado' de esta religión, se debe en gran parte al espíritu parrandero y desordenado de Monesvol. Según ese texto, el ‘Monstruo’ creó el mundo en medio de una considerable borrachera. Y es por culpa de esa ‘rasca’ que existen tantas imperfecciones en nuestro planeta y en el resto de la creación.
Pero, dicen sus fieles, su despreocupación no significa que este ‘tallarinesco ser’ no ame a su creación. Por el contrario. Tanto la quiere que no obliga a sus creyentes a nada. Ello verán cómo se desenvuelven por la vida. Solo les sugiere seguir tres principios básicos: ‘buscar lo que es bueno’, ‘oponerse a lo que es malo’ y ‘no discriminar bajo ninguna circunstancia’.
Por eso se toman la vida con bastante humor. De hecho, en esta particular religión todo parece fabricado como ‘mamadera de gallo’. El hecho de que canten ‘adobaré a mi señor’ en vez de ‘alabaré a mi señor’, o celebren la ‘pastua’ en vez de la ‘pascua’ ya dice bastante del espíritu picaresco de quienes se dicen pastafaris (denominación que, a propósito, es un juego de palabras derivado de los rastafari).
Reconocimiento como iglesia
En Colombia, toda institución religiosa que no sea católica debe tramitar, para ser reconocida como tal, una personería jurídica especial, reglamentada en la ley 133 de 1994. Entre otros requisitos, debe tener un representante legal, estatutos, reglamento interno y dejar claro cuáles son los lugares destinados permanente y exclusivamente a realizar sus cultos y adoraciones.
El trámite se hace ante el Ministerio del Interior. Y hasta allá han llegado solicitudes de los pastafari para que sean reconocidos como una iglesia no católica. Pero no han tenido éxito. De hecho, una de las trabas principales es que no tienen lugares permanentes de adoración. Es más, es poca la claridad sobre cuántos profesan este credo en el país (aunque el grupo de Facebook tiene 1.130 miembros).
“Pero eso del reconocimiento no nos preocupa. De hecho, no hemos sido nosotros de los que hemos pedido la personería. Ese proceso ha estado más en manos de grupos de ateos que hacen la tarea que uno no tiene tiempo de hacer. Pero creo que no los toman en serio”, asegura Villamizar y revela que en algún momento este año reescribirán la petición y la presentarán de nuevo.
Para ellos, lo principal es que quienes se digan pastafaris se comprometan realmente con la fe. “Este es un tema de compromiso. Si dices que adoras a mi señor Monesvol, pero no eres capaz de salir con el colador en la cabeza, no eres de esta religión. Así de sencillo. Así sea que nos quedemos sólo tres pastafaris en Colombia, pero que sean comprometidos”.
Al final, Villamizar se despide con el tradicional ritual de su congregación: “Ramén, hermano. Que la pasta sea contigo y la salsa descienda sobre los tuyos”.
El trámite se hace ante el Ministerio del Interior. Y hasta allá han llegado solicitudes de los pastafari para que sean reconocidos como una iglesia no católica. Pero no han tenido éxito. De hecho, una de las trabas principales es que no tienen lugares permanentes de adoración. Es más, es poca la claridad sobre cuántos profesan este credo en el país (aunque el grupo de Facebook tiene 1.130 miembros).
“Pero eso del reconocimiento no nos preocupa. De hecho, no hemos sido nosotros de los que hemos pedido la personería. Ese proceso ha estado más en manos de grupos de ateos que hacen la tarea que uno no tiene tiempo de hacer. Pero creo que no los toman en serio”, asegura Villamizar y revela que en algún momento este año reescribirán la petición y la presentarán de nuevo.
Para ellos, lo principal es que quienes se digan pastafaris se comprometan realmente con la fe. “Este es un tema de compromiso. Si dices que adoras a mi señor Monesvol, pero no eres capaz de salir con el colador en la cabeza, no eres de esta religión. Así de sencillo. Así sea que nos quedemos sólo tres pastafaris en Colombia, pero que sean comprometidos”.
Al final, Villamizar se despide con el tradicional ritual de su congregación: “Ramén, hermano. Que la pasta sea contigo y la salsa descienda sobre los tuyos”.
http://www.eltiempo.com/cultura/gente/pastafarismo-la-religion-que-adora-a-un-monstruo-espagueti-volador-213376
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