lunes, 13 de julio de 2020

De dioses a demonios (Seth)


A lo largo de la historia humana han existido muchas divinidades pertenecientes a distintas culturas, y aunque parece que en ambos casos muchas han desaparecido a lo largo de la historia, puede ser que de alguna manera sobrevivan, aunque sea como una "sombra" o una "mutación" de lo que alguna vez fueron. Esto en el caso de las divinidades se puede dar de distintas maneras, pero siendo siempre el resultado del contacto entre dos o más culturas; o bien entre dos o más cosmovisiones. Y es que matar a una divinidad no es tan sencillo, pues en gran parte se tratan de elementos simbólicos básicos de las culturas, así como el hecho "de que ninguna religión desaparece tan súbitamente" (Magaret, 2008, p. 7)

   Para de detallar esto, la antropóloga Magaret A. Murray  en su libro "El Dios de los Brujos"  (2008) nos habla de diferentes procesos por los cuales se suscita esta mezcla de divinidades o  cosmovisiones, así de como está afecta a los dioses de cada pueblo. Este proceso, es su forma más antigua, se daba de forma pacífica cuando dos tribus, una con una deidad masculina y la otra con una femenina, se unían simbólicamente con la unión de sus dioses. Otra forma se daba con una "infiltración pacífica" en la cual un nuevo dios sustituía a otro más antiguo, y se consideraba como hijo del primero; un buen ejemplo de esto podría ser el caso del Panteón Griego donde Zeus (dios del trueno y rey del olimpo) era el hijo de Cronos (Titán del tiempo), a quien destronó, derrocando a los Titanes convirtiendo a los dioses en los regidores del cosmos.

    El último caso que menciona es el de la intervención bélica, quizá la forma que ha durado más tiempo y se ha dado más a lo largo de la historia, donde la deidad vencedora se convertía en la buena (con atributos buenos) y la vencida quedaba como una deidad inferior, y en algunos casos se convertía en la fuente del mal, y este cambio lo transformaba (o transforma) en un "ser" temible para el pueblo resultante de la conquista.

Seth 

Seth - Wikipedia, la enciclopedia libre

    Para ejemplificar este último punto se menciona el caso del dios Seth, a quien Murray (2008) nombra como un gran ejemplo de "la caída de la condición de dios a la de demonio". Y aunque la autora no profundiza en este libro sobre el caso de Seth, otros autores como el Dr. Báez- Jorge Félix (1999), mencionan que aunque no existía originalmente en la cosmovisión egipcia ninguna deidad que se pudiera considerar como el principio del mal, cabe destacar que Seth  es el que más cualidades destructivas poseía, pues  se le asociaba con el desierto calcinante entre otros elementos que podían perjudicar la vida de las personas. 

    Aun así se sabe que en las dinastías más antiguas este dios fue venerado como el Señor del Alto Egipto, siendo el protector de los soberanos locales y teniendo en la ciudad de Ombos su principal centro de culto. Así mismo, durante la II segunda dinastía los reyes podían identificarse con Seth, así como con Horus (con quien en tendría mortales enfrentamientos en el culto posterior), o en algunos casos con ambos (Báez, 1999)

    Pero, parece ser que en algún punto de la unión entre el Alto y Bajo Egipto, apareció el ciclo mítico de la muerte y resurrección de Osiris, quien junto a Isis, era hermano de Seth, al menos en la tradición que los consideraba hijos de Nut (cielo) y Geb (tierra). En este cuento mítico Seth tiene el papel del enemigo implacable y representa lo negativo (embriaguez, envidia, traición, etc.); quien engañó, mató, desmembró a Osiris, usurpo el trono e intento en muchas ocasiones matar a su sobrino Horus, con quien disputaría el control de Egipto (Báez, 1999)

    Es interesante que en los textos más antiguos se le conoce como "el amigo de los muertos" y fue quien ayudo a Osiris a alcanzar el cielo, sólo para que después, al integrarse al cielo osirico, se le dieran sus atributos malignos. De hecho, durante la XXII dinastía los seguidores de Osiris propiciaron persecuciones contra todo lo referente a Seth, expulsándolo del panteón egipcio y señalándolo como "un demonio protector de los impulsos" (Báez, 1999).

    Por otro lado, cambe mencionar que otras culturas que conquistaron a los antiguos egipcios también le atribuyeron características malignas al relacionarlo o fusionarlo con otros dioses, criaturas o demonios de su propia cultura. Como ejemplo tenemos a los griegos quienes lo equipararon con Tifón, un monstruo o demonio que representaba a las tempestades; o bien por parte de las religiones judeo-cristianas se le asocio con Baal, una deidad cananea-fenicia, quien posteriormente se convertiría a Belcebú, uno de los demonios más conocidos de dichas religiones (Báez, 1999)

Conclusión:

    Como se pudo ver en este primer post, la forma de ver a un dios puede cambiar incluso dentro de la historia de una misma cultura, pues Seth de ser uno de los dioses más importantes del Antiguo Egipto, se convirtió en un dios odiado, y finalmente en un demonio "fuente de todo mal". Este es quizá uno de los casos más antiguos de los que se tiene registro, y claro que es mucho más complejo de lo expuesto aquí, por lo que si el lector tiene interés en saber más del tema puede revisar las fuentes consultadas, las cuales refieren a más textos. Quise comenzar con este caso, pues es más imparcial, pero sí el tema te interesó, te invitó a leer la segunda parte donde se abordará el ya mencionado caso de Baal-Belcebú; un dios cananeo vuelto demonio en la religiones judeo-cristiana, siendo estás las religiones más grandes de occidente y con una larga historia de conquistas.

Referencias:

Murray M. A. (2008). El dios de los brujos. España. Disponible en: http://temploastral.com/wp-content/uploads/2016/02/El-Dios-De-Los-Brujos-Wicca-Margaret-Murray.pdf

Báez J. F. (1999). En Torno a la genealogía del demonio cristiano. La Palabra y el Hombre, octubre-diciembre 1999, no. 112, p. 93-120. Disponible en: https://cdigital.uv.mx/bitstream/handle/123456789/812/1999112P93.pdf?sequence=2&isAllowed=y


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