El
contacto entre dos culturas, también significa que sus cosmovisiones se
encuentran, y muchas ocasiones entrando en conflicto, ya sea como resultado
colateral de un enfrentamiento bélico, el hecho de que ambas compartan un
espacio geográfico en algún punto de su historia, o simplemente cuando un
pueblo nómada llega a las ruinas de una civilización antigua como fue el caso
de los primeros Mexicas al encontrarse con las ruinas de Teotihuacán (no quiere
decir que sus dioses no fueran también resultado de las masacres de la guerra).
Entonces, siguiendo esta idea (así
como lo expuesto en el post anterior) en esta segunda sección de “Dioses a
demonios” abordaremos el caso de Baal, dios cananeo-fenicio, que también es
mencionado en uno de los trabajos de Félix Báez-Jorge (1999) de manera
posterior al caso de Seth, por lo que parece ser conveniente seguir con dicho
caso.
Baal
Siendo
uno de los dioses de Cannán, la cual se encontraba en lo que hoy forma Siria,
Líbano, Jordania e Israel, a Baal, así como a
otras divinidades de la zona, se le conoce a partir de estatuillas de
metal y tierra cocida y unas antiguas tablillas de piedra. Este dios cuyos símbolos
eran el toro y los cuernos se encontraba en las altas esferas de su panteón al
lado de otra deidad Anat, con quien en su compañía (ellos eran los
regentes del mundo) disputaban el gobierno de la antigua ciudad portuaria de Ugarit
con la pareja de dioses El y Athirat (los soberanos de ultratumba).En
la mitología de dicha ciudad se concebía una rivalidad muy fuerte entre El y Baal,
así como el segundo con el hijo del primero: Mot; la muerte (Báez, 1999).
Otra ciudad en la que “gobernada” dicha
divinidad era la Ciudad de Accaron, al norte de Palestina. También cabe
mencionar que de cierta manera el nombre completo de Baal (que significa señor)
es Baalzebub, teniendo como significado
del sufijo Zebub: estancia o mansión; por lo que se podría decir que el “señor
de la mansión o del lugar” (Aragonés, 2002).
Otra característica de Baal, es que
era un dios muy relacionado al ámbito sexual, es decir, el placer como cimiento
sagrado, pues este dios simboliza el semen (germen) que fecunda al mundo. Por eso
no es de sorprender que las prácticas sexuales de ámbito religioso que se daba
sus templos, así como el de otros dioses similares, fuesen demonizados por el
pensamiento religioso israelita, el cual combate está idea de los dioses
primordiales (Báez, 1999).
Como se mencionó de manera
indirecta dicho dios aparece en la biblia. Como ejemplo de esto tenemos un
suceso en el Antiguo Testamento (II Reyes 1, 2,) donde el rey Ozías de Judea
pide a sus mensajeros que visiten el templo de Baalzebub del dios de Accaron para
saber si sus heridas se curarían (Aragonés, 2002).
Belcebú (El señor de las moscas)
Y
así en algún punto de la historia, Baal-zebud, de ser uno de los dioses
soberanos, se convirtió por medio de las burlas de los judíos y de los textos sagrados de las religiones
judeo-cristianas en el demonio Belcebú, quien es bien conocido en los textos de
demonología como uno de los soberanos del infierno o bien como otra de las
caras o nombres del diablo. Este ser es descrito de diferentes maneras, por
ejemplo, en un texto mencionado por Báez “la Clavícula de Salomón” se dice que
puede aparecer bien como un enorme becerro, chivo con una larga cola o una
mosca de dimensiones enromes (Báez, 1999).
Hay que recordar que su nombre
original se le atribuía a un ser que gobernaba, y combatía a la muerte, solo para
que posteriormente fuese conocido como “el Señor de las Moscas”. Dicho apodo se
le dio en parte debido a que se le invocaba para protección contra la picadura
de estos animales, pues se decía que sus templos estaban repletos de dichos
seres, pues parece ser que se daban sangrientos sacrificios en ellos y siempre
estaban llenos de cadáveres; o bien se le pedía que protegiera los plantíos de
trigo o mieses de estos insectos (Aragonés, 2002).
Cabe mencionar que su
transformación de Dios a demonio se puede apreciar más claramente en el
evangelio (Mt. 12, 24; LC. 11, 15-22). Ahí durante un exorcismo realizado por
Jesús, los judíos lo criticaron y mencionaban que él expulsaba a los demonios
en nombre de Beelzebú. Además, se sabe que los judíos se burlaban de este dios
llamándolo Beelzebú, “el señor del estiércol”. Aun así en la biblia no se le
cita literalmente como señor de las moscas pero sí como el príncipe de los
demonios (Aragonés, 2002).
Por otro lado, religiosos como San
Jerónimo y San Isidro, consideraban que este señor de las moscas, se ganó dicho
nombre ya que era un “sucio ídolo pagano
que estaba cerca de la inmundicia” (pp.440). Así mismo se relaciona con
este insecto de manera simbólica, ya que la mosca se puede considerar una
representación de los vicios fundamentales (Aragonés, 2002).
Conclusión:
En este punto me gustaría
mencionar algunos aspectos adicionales de este “dios-demonio”, los cuales al no
encontrar una fuente confiable de estudio, no quise incluirlo en el desarrollo
de este escrito. Se sabe que Baal era un dios de un pueblo que colindaba con
los judíos, y al ser un falso ídolo para los segundos, estos lo ridiculizaban solo
para después volverlo un demonio más o bien decir que es otra de las caras de
su ser maligno superior. Popularmente he leído en la literatura (cuentos,
mangas, videojuegos, novelas) que a Belcebú se asocia con la gula, y que sus
templos estaban cubiertos de moscas porque se adoraba a los muertos en ellos,
elemento que al leer los textos consultados quedo en duda, pues al parecer Baal
representaba más bien la vida, incluidos sus placeres.
Entonces eso nos deja la cuestión de los sacrificios sangrientos,
elemento que quizá sea rechazado por las tradiciones cristianas, pero que en
los tiempos en que los judíos y los otros pueblos convivían, parece ser que
todas las tradiciones religiosas hacían algún tipo sacrificio violento, por lo
menos el matar un animal. Entonces la crítica o burla, más que el hecho de realizar dichos rituales, se
podía deber a varios elementos como la sexualidad u otros placeres como
elemento central o bien que el número de sacrificios era mayor.
Por otro lado, como vimos en estos
dos casos (Set y Baal-zebud), las divinidades o seres míticos van cambiando su jerarquía
de “poder”, su intención o incluso su estatus a lo largo del tiempo, ya sea en
su misma cultura al entrar en contacto con otras, o al desaparecer por X motivo.
Dando como resultado que cuando una cosmovisión se pierde en la fusión con otra,
en un acto de sincretismo, los dioses
pueden volverse otros elementos de la nueva creencia y aunque en los casos
observados aquí fueron de forma negativa, no dudo que existan otros donde el resultado
fue benéfico, haciendo que tuvieran un
crecimiento simbólico.
Nota: Si
quiere saber más de la historia de Baal, puede hacer clic en el enlace que
contiene un artículo muy interesante del tema: http://interclassica.um.es/var/plain/storage/original/application/6fa663a6b1fcd7e1be281afef9ca0bf0.pdf
Referencias:
Báez J.
F. (1999). En Torno a la genealogía del demonio cristiano. La Palabra y el
Hombre, octubre-diciembre 1999, no. 112, p. 93-120. Disponible en:
https://cdigital.uv.mx/bitstream/handle/123456789/812/1999112P93.pdf?sequence=2&isAllowed=y
Aragonés
E. (2002). El vuelo de la mosca: Beelzebud en las artes. Archivo Español de Arte, Vol 75, no. 3000. Pp. 339-446 Disponible
en: http://archivoespañoldearte.revistas.csic.es/index.php/aea/article/view/327
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