Ego, cultura y
religión
Por: Antonio Ruiz
Me gusta definir el ego del hombre como la ilusión
del yo. El principal objetivo de cualquier especie, desde un punto de vista
biológico, es trascender su configuración genética mediante la reproducción. La
ilusión del yo, por lo tanto, es un mecanismo de defensa/supervivencia moldeado
por un proceso evolutivo casi perfecto. El ego, asegura la supervivencia del
individuo, a través de un sentido de subjetividad generado por el evolucionado
nivel de consciencia que el ser humano puede llegar a experimentar gracias a su
neocorteza cerebral. El ego, es la construcción cerebral que crea nuestros lóbulos
frontales, por la habilidad de la corteza prefrontal de dividir el tiempo y
poder recordar experiencias pasadas. Nuestra capacidad de recordar el pasado,
nos permite crear imágenes de nosotros mismos, y al mismo tiempo, idealizar un
futuro.
El ser humano, evidentemente, es un animal social.
No podemos sobrevivir sin la ayuda y presencia de otros seres humanos, esta
característica no es única de la especie humana. Nuestros ancestros, los
simios, son igualmente animales sociales que generan jerarquías dentro de sus
propias tribus y grupos sociales. Al vivir en grupos sociales o comunidades,
adoptamos estilos de vida que, nos alimentan, nos protegen, nos dan valores,
sentido y finalmente nos brindan la posibilidad de reproducirnos. Estos estilos
de vida los denominamos “cultura”. La cultura, desde el punto de vista de este
escrito, juega el papel de un ego colectivo. La cultura moldea el ego,
posteriormente, el ego moldea la cultura; no existe uno sin el otro. En la
actualidad, según algunos biólogos evolucionistas; no solo trasmitimos genes a
próximas generaciones, también trasmitimos ideas. Estas ideas en la actualidad,
son denominadas “memes” que le dan forma a la cultura, según la comunidad
científica.
Ahora, pasemos a imaginar, como veían la vida
nuestros ancestros. Los seres humanos que pisaban la tierra hace aproximadamente
20,000 años. Antropólogos y paleontólogos han hipotetizado sobre cómo era la
vida de estos seres humanos; se dice que eran nómadas, recolectores de plantas,
cazadores de pequeños y grandes animales. Algunos autores afirman que ellos son
los creadores de los orígenes de las practicas chamanicas, al hacer uso de distintas
plantas y hongos psicoactivos encontrados en el camino, para inducir estados de
trance ligados a la espiritualidad y trascendencia. Es evidente, que las
practicas chamanicas son el origen de cualquier tipo de religión moderna. Es
justamente en este punto de la historia o “prehistoria” del hombre, cuando las
primeras ideas o “memes” fueron heredadas de generación en generación.
En la actualidad, tomamos por sentado todo el
conocimiento científico que poseemos; que nos ahorra, en gran medida, el trabajo
filosófico, mítico o religioso para explicar sucesos naturales tan “simples”
como una tormenta eléctrica. Es lógico pensar, que nuestros antepasados, ante
la inexistencia de la ciencia, justificaran la existencia y todos los fenómenos
naturales como producto y obra de los Dioses.
Al igual que las especies, los “memes”
evolucionan; como la aparición del monoteísmo judío, idea evolucionada del
politeísmo, para posteriormente abrir paso al Islam y a todas las ramas del
cristianismo. Lo curioso es, que todos los creyentes de determinadas religiones
consideran que la suya es la correcta. Sin darse cuenta, que sus creencias son
producto de su contexto histórico sociocultural, que imprimieron dichas
creencias y valores en sus redes neuronales, para que posteriormente el ego
“racional” las adopte como parte de él.
Desde mi punto de vista, la religión y la idea de
dios, no son más que un mito. Trasmitidos durante generaciones y milenios a
través de la cultura. Mitos que unen a un determinado grupo de personas y los
separa del resto; anclados en las raíces del ego del hombre, que nos encarcela
en pensamiento, negando cualquier nueva posibilidad poniendo de frente el truco
de la “fe” y a dios como una verdad absoluta.
Personalmente, me apasiona la filosofía como
acercamiento intelectual a la búsqueda de respuestas que la ciencia no nos
puede brindar, y la espiritualidad como vehículo de significado y trascendencia en vida. Me podré considerar ateo, pero no materialista; ya que considero que el universo es mucho más complejo de lo que el hombre puede llegar a imaginar o especular. Sin embargo, no dudo que cuestionar nuestras creencias y darnos cuenta que son fruto de una herencia cultural, es pilar para inclinarnos cada vez más hacia la verdad de una manera objetiva.
El hombre es el lobo del hombre, gracias al ego.
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