Zitlalli González
La relación entre religiosidad y calidad de vida se utilizan como sinónimos la espiritualidad y la religiosidad cuando en realidad no lo son.
Estudios empíricos y teóricos han establecido que ambos son conceptos multidimensionales, construidos por
una infinidad de pensamientos, sensaciones, acciones, experiencias, relaciones y respuestas fisiológicas que
cumplen muchos objetivos y producen un gran numero de consecuencias. Tanto la
espiritualidad como la religiosidad fomentan que el sufrimiento y el malestar se depositen en una nueva
estructura de significados benignos.
Es a principios del S.XX cuando surge la psicología de la religión con aportaciones de diversas
corrientes como el conductismo, el psicoanálisis, el humanismo o la psicología transpersonal. La psicología
de la religión comprende las manifestaciones psicológicas que están vinculadas a la práctica religiosa, y se
centra en el estudio de las creencias, actividades y experiencias religiosas desde un enfoque psicológico. La religión es un aspecto fundamental en la vida de las personas y en el funcionamiento de la
sociedad. Estas estrategias están centradas en mantener un contacto directo con Dios y poder pedir perdón por
los pecados cometidos o pedir fuerzas para poder afrontar una enfermedad.
La pregunta que se plantea entonces es ¿qué función cumple la religión en la calidad de vida de las
personas con una enfermedad incurable? Se ha observado que la religiosidad tiene la capacidad de
amortiguar los efectos nocivos de la ansiedad. Algunos estudios muestran que la creencia en la vida después
de la muerte puede ser un fuerte indicador de baja ansiedad y de asociaciones positivas hacia esta
(Pargament, 2013). Son muchos los estudios que han puesto de manifiesto la importancia de la religión como
variable moduladora ante eventos traumáticos como lo es una muerte inminente (Quiceno y Vinaccia, 2009).
Aunque las estrategias de afrontamiento seculares pueden ser de mucha utilidad, las prácticas y creencias
religiosas pueden facilitar el proceso de afrontamiento. Algunos estudios apuntan a que la religión puede
servir para encontrarle significado a los eventos negativos de la vida. Estos pueden verse como
oportunidades con beneficios secundarios o como una oportunidad de reorganizar las prioridades, generar
insight o como una lección de vida.
Es importante, además, valorar en este sector el
efecto diferencial que la religiosidad y/o espiritualidad puede ejercer sobre ciertos aspectos clínicos tales
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como depresión, desesperanza, ansiedad ante la muerte y sobre la salud física en general. Puede resultar
interesante investigar cómo el afrontamiento religioso influye en otras poblaciones que han sufrido otros
eventos traumáticos como la pérdida de un hijo, un accidente con graves secuelas o ser víctima de maltrato.
González B,. M, P. (2015). Religiosidad y calidad de vida en pacientes terminales. Facultad de ciencias humanas y sociales. pp. 2-24.
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