Yo crecí en hogar católico, de esos de hueso colorado; sin embargo, cuando te inmiscuyen en un sistema de religión tan riguroso como lo es el catolicismo empecé a tener dudas y a cuestionarme casi todo de lo que se trata esta religión. Un familiar cercano a mi se dio cuenta de mis dudas y me invitó a un centro de budismo.
No soy budista, pero me gusta mucho la manera en la que viven y explican las cosas, no creo en la reencarnación así como lo muestran ellos, pero sí creo que en el universo nada se crea, ni se destruye, todo permanece y se transforma de una cosa a otra. Hoy puedo ser humano, pero mañana puedo ser nutrientes en abono de árboles, tal vez llegará el momento, en un futuro no próximo, en que vuelva a ser células que podrían llegar a convertirse en otro ser humano.
Los budistas dicen que es imposible que en la meditación la mente se aparezca con una idea; sin embargo, la meditación es el arte de volver, es el arte de olvidar el pensamiento, volver a controlar la mente y seguir meditando.
Una rama del budismo que me gusta mucho es el mindfulness, es un tipo de meditación el cual consiste en controlar tu mente, decimos que la mente siempre juzga y es manipuladora y nosotros ni nos damos cuenta de las muchas veces que juega con nosotros. Cuando llega el momento en que aprendemos a dominar la mente, es ahí, cuando aprendemos a vivir en el presente, vivir conscientes, estar consciente del sabor de las cosas, de las veces que masticas la comida y de los olores que detecta la nariz cuando vamos caminando de un lado a otro.
El mindfulness es una manera de meditar todo el tiempo, mientras no te dejes de llevar por la mente, también a eso se le llama meditación. La mente representa el ego y nosotros estamos acostumbrados a alimentar el ego todo el tiempo, hay que hacer un lado la mente para poder meditar, al final, es hermoso poder apreciar colores, poder sentir el aire, apreciar sabores y disfrutar los olores.
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