Juan Pablo II nunca supo la verdad sobre Maciel: revela ex secretario
Stanislao Dziwisz, secretario del Papa 'peregrino', critica a la burocracia vaticana por incubrir inmoralidades
CIUDAD DEL VATICANO (05/NOV/2013).- Juan Pablo II nunca supo la verdad sobre las inmoralidades de Marcial Maciel Degolladoporque ni siquiera le comunicaron los rumores que circulaban sobre el fundador de los Legionarios de Cristo, aseguró Stanislao Dziwisz.
El histórico secretario personal de Karol Wojtyla y actual arzobispo de Cracovia (Polonia), defendió al "Papa peregrino" en el libro-entrevista "He vivido con un santo", que sale a la venta en estos días en Italia.
"Lo sé yo también, pero razonando a posteriori, que el Santo Padre nunca debió haber recibido a ese individuo. Pero Juan Pablo II cuando lo encontró ¡no sabía nada, absolutamente nada!", señaló en la página 116 del texto.
"¡Para él era todavía el fundador de un gran orden religiosa y basta, ninguno le había dicho nada! ¡Ni siquiera de los rumores que corrían!", agregó.
Dziwisz no abundó mayormente en el tema ni se refirió a las cartas que las víctimas de abusos sexuales de Maciel le enviaron a Juan Pablo II a través suyo. Sólo se limitó a sostener que la falta de atención a las denuncias se debió a la burocracia vaticana.
"Son, por desgracia, las consecuencias de una estructura aún extremadamente burocrática", indicó refiriéndose a la Curia Romana.
Para ilustrar su señalamiento recordó el caso Williamson, que ocurrió durante el pontificado de Benedicto XVI cuando el Papa revocó la excomunión a cuatro obispos, mientras uno de ellos negó en televisión el Holocausto.
El cardenal recordó que a causa del retiro de la excomunión explotaron polémicas, protestas al grado que Joseph Ratzinger escribió una carta a todos los obispos del mundo en la cual observó que, para evitar ese incidente, habría bastado controlar el internet.
En el libro, escrito por el periodista Gian Franco Svidercoschi, Dziwizs aseguró que Juan Pablo II nunca profirió una condena definitiva a la teología de la liberación y más bien denunció las degeneraciones o los graves equívocos.
"El marxismo, que sostiene la lucha de clases, una revolución violenta, no podía ciertamente ser adoptado como solución a los males en América Latina. Existía el peligro, muy realista, que la medicina pudiese demostrarse más dañina que la enfermedad misma", precisó.
"Al mismo tiempo es verdad que Juan Pablo II aprobó expresamente una teología de la liberación en el signo de la opción por los pobres, es decir de la gran elección evangélica cumplida por la Iglesia latinoamericana", añadió.
Rechazó las acusaciones a Wojtyla de encabezar un pontificado de "rigidez" y "restauracionismo", pidiendo que los llamados al orden y las condenas del pontífice polaco sean analizados en su respectivo contexto eclesiástico.
Además sostuvo que Juan Pablo II pensó durante mucho tiempo y de manera profunda si también el Papa debía renunciar al puesto una vez cumplidos los 80 años.
"Sobre la renuncia el Papa examinó los textos dejados por el Papa Montini (Pablo VI), consultó los más estrechos colaboradores, entre ellos el cardenal Ratzinger. Estableció también un especial procedimiento para la dimisión, en el caso no estuviese más en capacidad de desarrollar su ministerio", dijo.
"Finalmente, como había siempre hecho en su vida, Karol Wojtyla se sometió a la voluntad del Señor: iba a permanecer hasta que él lo hubiese querido", ponderó.
El histórico secretario personal de Karol Wojtyla y actual arzobispo de Cracovia (Polonia), defendió al "Papa peregrino" en el libro-entrevista "He vivido con un santo", que sale a la venta en estos días en Italia.
"Lo sé yo también, pero razonando a posteriori, que el Santo Padre nunca debió haber recibido a ese individuo. Pero Juan Pablo II cuando lo encontró ¡no sabía nada, absolutamente nada!", señaló en la página 116 del texto.
"¡Para él era todavía el fundador de un gran orden religiosa y basta, ninguno le había dicho nada! ¡Ni siquiera de los rumores que corrían!", agregó.
Dziwisz no abundó mayormente en el tema ni se refirió a las cartas que las víctimas de abusos sexuales de Maciel le enviaron a Juan Pablo II a través suyo. Sólo se limitó a sostener que la falta de atención a las denuncias se debió a la burocracia vaticana.
"Son, por desgracia, las consecuencias de una estructura aún extremadamente burocrática", indicó refiriéndose a la Curia Romana.
Para ilustrar su señalamiento recordó el caso Williamson, que ocurrió durante el pontificado de Benedicto XVI cuando el Papa revocó la excomunión a cuatro obispos, mientras uno de ellos negó en televisión el Holocausto.
El cardenal recordó que a causa del retiro de la excomunión explotaron polémicas, protestas al grado que Joseph Ratzinger escribió una carta a todos los obispos del mundo en la cual observó que, para evitar ese incidente, habría bastado controlar el internet.
En el libro, escrito por el periodista Gian Franco Svidercoschi, Dziwizs aseguró que Juan Pablo II nunca profirió una condena definitiva a la teología de la liberación y más bien denunció las degeneraciones o los graves equívocos.
"El marxismo, que sostiene la lucha de clases, una revolución violenta, no podía ciertamente ser adoptado como solución a los males en América Latina. Existía el peligro, muy realista, que la medicina pudiese demostrarse más dañina que la enfermedad misma", precisó.
"Al mismo tiempo es verdad que Juan Pablo II aprobó expresamente una teología de la liberación en el signo de la opción por los pobres, es decir de la gran elección evangélica cumplida por la Iglesia latinoamericana", añadió.
Rechazó las acusaciones a Wojtyla de encabezar un pontificado de "rigidez" y "restauracionismo", pidiendo que los llamados al orden y las condenas del pontífice polaco sean analizados en su respectivo contexto eclesiástico.
Además sostuvo que Juan Pablo II pensó durante mucho tiempo y de manera profunda si también el Papa debía renunciar al puesto una vez cumplidos los 80 años.
"Sobre la renuncia el Papa examinó los textos dejados por el Papa Montini (Pablo VI), consultó los más estrechos colaboradores, entre ellos el cardenal Ratzinger. Estableció también un especial procedimiento para la dimisión, en el caso no estuviese más en capacidad de desarrollar su ministerio", dijo.
"Finalmente, como había siempre hecho en su vida, Karol Wojtyla se sometió a la voluntad del Señor: iba a permanecer hasta que él lo hubiese querido", ponderó.
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