A mediados del siglo XVI, Europa se encontraba en plana crisis, ya que a causa de la peste negra causo una reducción impresionante de la población y con ello un debilitamiento de la fe cristiana. A partir de esto surgieron cultos de adoración al Demonio y a finales de la Edad Media Satanás (o Lucifer para algunos) ya tenia una reputación bastante temida por las personas. Por ese siglo los brujos y brujas eran respetados por su habilidad de curación y adivinación que no tenían ninguna ofensa contra Dios, pero por la Edad Moderna llega la crisis de fe, en la cual se empieza a cuestionar que creer y se les acusa a los brujos y brujas que sus practicas van dirigidas a hacer tratos con el demonio y que pretendían acabar con la cristiandad y apartar a Dios.
A partir del siglo XV las brujas ya tenían una reputación: mujeres viejas, pobres, poco agraciadas que trabajaban como curanderas o parteras. La Iglesia y el Estado desencadenaron las persecuciones contra las mujeres señaladas como brujas, las cuales fueron quemadas, torturadas o ahogadas que cobro la vida de más de 60,000 mujeres.
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