sábado, 8 de julio de 2017

La iglesia reprime al hombre, lo llena de miedos y juzga como pecados algunos de sus instintos naturales. La religión nos condena al infierno por nuestros verdaderos, naturales y secretos sentimientos, tememos que las personas se enteren de nuestra realidad porque estos nos condenarán como pecadores, sin embargo esta otra persona sufre los mismo males.

Conozco el dogma cristiano, quizá no de pies a cabeza ni perfectamente, basta con decir que nunca e leído la biblia, simplemente vivo en una cultura cristiana y fue criada bajo esta religión. Dios, de niña, recuerdo buscarlo y al hablarle sentir más seguridad, protección, como niña tenía miedos por cosas inclusive irracionales, como todos los niños, más sabiendo que existen demonios y que están en todas partes. 

La maldad del mundo, muertes, asaltos, pandillas, narcos, me asustaban demasiado, tenia que pedirle a dios que no se acercaran que me protegiera, temía que algo malo le sucediera a mi familia, temía perderlos y sentir dolor. Con la edad vas perdiendo miedos, y se vuelve culpa, mi religión me decía que lo que sentía mi cuerpo naturalmente, era malo, me sentía culpable, mis pensamientos, estaba pecando todo el tiempo sin siquiera intentarlo. 

Culpable hasta los huesos, decidí que ya no importaba, y me podría, quizá vivir en el pecado me lleve al infierno pero me hará feliz aquí y ahora, tome el camino equivocado y dios para mi se convirtió solamente en el culpable de mis errores. La vida había perdido sentido alguno y estaba muerta en vida.

Me tope de nuevo con la muerte de mi espíritu, llegando al borde, vacía por completo. Tenía dos opciones seguir vagando por la vida sin sentido, completamente destrozada emocionalmente, o aferrarme a algo más grande que yo que me sacaría adelante. Lo dude pero elegí vivir, y mi fe volvió, “no puedes sola” me decían y era cierto, mi fe en dios volvió por necesidad, pero esta vez no era el mismo dios que me juzgo antes, el que influyo en el mundo para que mi ser fuera juzgado, y me juzgo cruelmente, mientras yo simplemente seguía mis instintos.

Esta vez opte por abandonar cualquier creencia de la religión que me impusieron, me aferré a un Dios que si era bueno, y que me ayudaba a crecer en lugar de castigarme inmediatamente, un Dios que no necesitaba mi devoción para cuidarme y valorarme. Este dios sin embargo a veces me fallaba, y yo cruelmente lo culpaba, aunque probablemente todos eran errores míos. 

Hace poco abandone la idea de Dios como un hombre, Dios si existe como algo más grande y poderoso que yo, por ello no posee mis mismas características, simplemente lo puedo plantear como una energía enorme que rige el mundo, no tiene forma, quizá se encuentra en toda la naturaleza, en un tornado o un huracán, en un colorido arco iris, no lo se, es tan grande y tan fuera de todo lo que se a dicho o mas bien de todo lo que e leído o tengo conocimiento, que no tiene ni necesita explicación alguna, simplemente lo siento.

Este dios no me impone reglas, ni castigos, mas bien no tiene palabra, así que yo debo buscar la forma de sentirme bien, amarme y darme a valer a mi misma, así como a los demás, es lo que me a llevado a investigarme a mi misma, a mi alma, lo que verdaderamente me mueve en el mundo, lo que le da sentido a mi vida, yo lo e ido descubriendo, con mucho trabajo, y a veces mucho dolor, pero hasta ahora todo ese trabajo para encontrarme y encontrar el sentido de la vida y de la existencia me tiene muy complacida, siento mucha paz, tranquilidad y amor, trato de no juzgar, y cualquier medio que me ayude a mejorar sin importar de que religión, lugar o persona, venga, si me hace sentir bien y en conexión con mi naturaleza y el mundo  estoy dispuesta a aceptarla. 


He aprendido que sin dolor no hay crecimiento, y es parte de la vida misma sin embargo, se que cada sufrimiento, pena o dolor se supera, por medio del trabajo interno, ahora no me siento vacía, mi vida a tomado sentido, ya no vivo inerte en mis deseos y necesidades personales, prefiero vivir el presente, cada momento, porque para mi esto es la vida, el presente, ningún día será igual aunque eso parezca, cada día hay algo nuevo, y el mundo está lleno de cosas por hacer, ver y descubrir, solo debemos ser pacientes, y disfrutar el camino mientras llegamos a esos pequeños momentos de profunda satisfacción interior. 

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