La copa mundial de fútbol ha
puesto en evidencia una vez más la grande relevancia que el deporte
tiene, para bien o para mal, en la sociedad actual. Mientras en un país
un periódico trata del ultimo escándalo de fútbol, el periódico de otro
país habla de cómo se está usando la religión para atraer más gente a
los estadios. En todo caso, sea en el ámbito juvenil, sea en el
profesional, el deporte es un fenómeno dominante en nuestra sociedad.
Cuando
no hay un juego en vivo estarán los comentarios que llenan la radio,
la televisión y los periódicos. Se dice que en Italia el fútbol
hablado es más seguido que el mismo fútbol profesional. Se habla tanto
de lo que dice el jugador tal, o el entrenador x, o fulano de tal
sobre el último partido
pero rara vez escuchamos qué han dicho los Papas
sobre el tema. De hecho ¡Qué dice la Iglesia sobre el deporte? Pablo VI
se interrogó en 1966: ¿Existe verdaderamente un dialogo entre Iglesia y
deporte? ¿Qué tiene que ver la religión con esto? ¿No es el deporte por
definición, extraño a la religión? La palabra juego, en cierto modo,
¿no da la idea de trivialidad, de superficialidad, de desafío a quien
trabaja seriamente en la gran obra de conducir las almas a Dios,
santifícalas y salvarlas?"1
Al responder a estas preguntas, el mismo
Pablo VI, al contrario de esta presunta sospecha, afirma que:
Nosotros sentimos una gran estima por la actividad deportiva, por la
diversidad de aspectos humanos que ella manifiesta, promueve, pone en
juego, premia y corona."2
Por más de
cien años, la Iglesia, a través de los pontificados, ha hablado al mundo
deportivo, y a los deportistas. Mejor dicho, ha dirigido su palabra
hacia el hombre, que practica el deporte. Las grandes ocasiones como los
Olimpiadas, el mundial de fútbol, la inauguración de un nuevo estadio, o
una audiencia a un equipo de deportistas con el Papa... han sido las
ocasiones propicias, en las que el Vicario de Cristo ha podido dirigir
su palabra a los deportistas: son mas de 200 los discursos pronunciados
por los papas del ultimo siglo.
Los primeros cinco discursos
vienen de San Pío X, el primer Papa en recibir en el patio de San Dámaso
un grupo internacional de deportistas católicos en 1905. El Pió XI, que
fue montañero en su juventud, e incluso pasó toda una noche a pie a
unos 4600 metros de altura en un sendero del Monte Rosa esperando que
mejorase las condiciones climáticas,3 pronunció
unos 5 discursos sobre el deporte y las lecciones que enseña la montaña.
Al Papa Pío XII, llamado el amigo de los deportistas el primero en
instalar un gimnasio en el Vaticano podemos atribuir unos 20 discursos.
Encontramos 9 discursos en Juan XXIII. Sea en ocasión de las atletas de
visita, sea en ocasión de los grande eventos, Pablo VI dirigió 35
discursos. Por fin, como uno puede imaginar, el servo de Dios, Juan
Pablo II, llamado el Papa deportista, tuvo 120 discursos a los
deportistas que suman más de la mitad de todos los discursos tenidos por
los papas!4
Ahora bien, ¿Cuál es, en primera lugar, el
oficio y el objetivo del deporte, sana, y cristianamente entendido, si
no precisamente cultivar la dignidad y la armonía del cuerpo humano,
desarrollar la salud, el vigor, la agilidad y la gracia del mismo?"5
Estas palabras del Pío XII introducen el fin básico del deporte.
Seguramente, es un fin bastante conocido y realizado por tantas personas
deportivas. Pero, a pesar de ser tan básico, es a la vez fácilmente
descuidado en el mundo del deporte de hoy. Baste citar él titulo del
libro del Barrie Houlihan, Dying to win (Morir para vencer) para ver
cómo una distorsión del deporte, por ejemplo, la del doping, niega
fundamentalmente este fin de educar y fortalecer el cuerpo hasta el
punto de que algo saludable se convierte en algo dañoso y incluso
mortal.
Por: Kevin Lixey | Fuente: Ecclesia, XX, n. 3, 2006 - pp. 389-397
http://es.catholic.net/op/articulos/47991/el-deporte-y-el-magisterio-de-la-iglesia.html
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