Es una de esas cosas que solo parecen pasar en Estados Unidos. Un magnate de las pizzas anuncia que quiere construir, en la mitad de un pantano, una comunidad ultracatólica en donde sus habitantes vivan de acuerdo a los postulados más estrictos de su religión.
Fueron muchos los ceños que se fruncieron cuando en 2004, Tom Monaghan, el multimillonario fundador de la cadena Domino's Pizza, propuso un sitio en donde no tendrían cabida ni la pornografía ni la planificación familiar.
Algunos veían la propuesta como excluyente para los no católicos y potencialmente inconstitucional.
En medio de la polémica inicial, la ciudad se inauguró en 2007 el sur del estado de Florida y tomó el nombre de Ave Maria. BBC Mundo la visitó para ver cómo ha evolucionado la ciudadela católica planteada por Monaghan.
Lo que encontró fue una población en auge, aunque con un carácter distinto al que Monaghan había previsto hace diez años.
La iglesia en el centro
Ave Maria es al mismo tiempo un típico pueblito estadounidense y algo fundamentalmente diferente.
Está, realmente, en medio de la nada. Se llega por una carretera en la que abundan avisos que alertan al conductor de la presencia de panteras en la vía.
El alma del pueblo es una universidad católica del mismo nombre, justo en el centro del lugar.
Y de lejos el símbolo más vistoso de la comunidad es una gigantesca iglesia que rompe dramáticamente con el paisaje pantanoso de ese rincón de Florida.
En la plaza central hay pequeños almacenes que venden estatuas de yeso con imágenes de santos en colores brillantes.
La librería del pueblo ofrece hilera tras hilera de textos religiosos. En la esquina opuesta de la plaza, un museo exalta la obra de la Madre Teresa de Calcuta.
Abierto 24 horas
¿Es éste el pueblo más católico de Estados Unidos?
"Si lo miras por el porcentaje de gente católica, puede que lo sea. Pero la Iglesia no maneja al pueblo, de eso puedes estar seguro", le dice a BBC Mundo David Shnaider, uno de los primeros en mudarse ahí en 2007.
Shnaider ejerce extraoficialmente como el cronista del pueblo desde su periódico, el "Ave Maria Herald".
El pueblo es demasiado limpio. No se ve desorden alguno, la gente camina sonriente casi sin excepción y abundan los grupos de niños jugando sin supervisión cerca de la plaza.
También se ven decenas de universitarios caminando de las residencias estudiantiles a la iglesia, primero a las 12 del día y después a las 5 de la tarde.
Pero Ave Maria no es una ciudad universitaria normal: la parranda de los estudiantes no se ve por ningún lado.
Stacey Laferre, vocera de la Universidad Ave Maria, le asegura a BBC Mundo que su institución le ofrece a sus estudiantes un estilo de vida católico.
"Hay varias misas al día, tarde y en la noche, en nuestro hermoso oratorio en el centro del pueblo y en los dormitorios de los estudiantes, así como una capilla de adoración abierta 24 horas al día, siete días a la semana, con la exposición de los sacramentos sagrados", comenta orgullosa.
La polémica
Pero la idea de una ciudad en donde los Diez Mandamientos fueran la ley desató mucha polémica cuando empezaba esta comunidad.
Defensores de derechos civiles argumentaban que una comunidad así podría resultar discriminatoria contra los que no fueran católicos y podría violar la separación constitucional entre Iglesia y Estado.
"No le damos a las organizaciones religiosas el poder del gobierno y no le damos al gobierno el poder sobre organizaciones religiosas en Estados Unidos", le decía en 2006 a la BBC Howard Simon, jefe del capítulo de Florida de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés).
"No sabemos en qué terminará convirtiéndose Ave Maria", advertía.
Lo más irónico de la controversia, asegura por su parte Shnaider a BBC Mundo, es que muchos de los primeros habitantes del pueblo se fueron después de un tiempo de Ave Maria.
Y no porque la ciudad fuera demasiado católica, sino porque no lo era lo suficiente.
"En los primeros días de Ave Maria algunos llegaron con la expectativa que iba a ser un paraíso católico, en el que habrían estado contentos si la Iglesia manejaba todo mientras que lo hiciera de la manera que ellos querían", recuerda Shnaider.
"Empezaron a mostrar algunas preocupaciones muy pronto porque el pueblo, francamente, no era suficientemente católico para ellos. Nada se hacía, en su opinión, para evitar que las niñas de la universidad estuvieran caminando por ahí en pantalones cortos y cosas así. Algunos vinieron y después se fueron porque no era lo que estaban buscando", concluye.
En cambio, en los años recientes han llegado muchos otros, quienes sí se dicen contentos con lo que encuentran: casas grandes y baratas, y lo que describen como un buen ambiente para criar una familia.
Ave Maria ha sido designada como una de las 50 comunidades planificadas que más rápido crecen en Estados Unidos, le dice a BBC Mundo Blake Gable, presidente de Barron Collier, la empresa urbanizadora que se encargó de construir y administrar la comunidad que propuso el zar de las pizzas Tom Monaghan.
Gable se muestra molesto cuando se le pregunta si los valores imperantes en Ave Maria resultarían excluyentes para los no católicos. "Nunca he preguntado quién es católico en Ave Maria y no me importa".
No es la ley
También niega que alguna vez se haya prohibido la venta de anticonceptivos en el pueblo.
"Dijimos desde el día uno que no nos importa lo que la gente venda o haga. Si es legal en Estados Unidos, es legal en Ave Maria".
Shnaider explica que una cosa es lo que pudo decir el magnate de Domino's cuando tuvo la idea de crear Ave Maria y otra la que pasó realmente en el pueblo.
Al hablar de cómo imaginaba esa comunidad, Monaghan dijo en 2004 que las conductas anticatólicas estarían prohibidas, "sin haberlo pensado antes muy bien", indica Shnaider.
Pero Monaghan se retractó rápidamente al iniciarse la polémica alrededor de qué tan constitucionales serían esas prohibiciones.
Tom Monaghan estaba más interesado en crear la universidad que en el pueblo mismo, asegura Shnaider. La empresa urbanizadora Barron Collier le regaló el terreno donde se edificó la universidad católica de Monaghan con la expectativa de desarrollar un pueblo a su alrededor.
Y es la firma urbanística la que maneja el pueblo, no Monaghan, quien apenas es un accionista minoritario en el proyecto.
"Amando al hermano como a nosotros mismos"
Es verdad que en Ave Maria parece difícil, si no imposible, encontrar pornografía a la venta en los locales del lugar.
Pero Shnaider asegura, con razón, que son muchos los pueblos en Estados Unidos, católicos y no católicos, en los que la gente prefiere que no se vendan pornografía en la cercanía de sus casas, sin que eso refleje necesariamente sectarismo religioso.
Y el hecho es que en Ave Maria llegan cada día más personas de otras creencias, como Phong Ho, de ancestro vietnamita, quien tiene una venta de jugos en el centro.
"Soy prueba de que los no católicos no son excluidos aquí, todo el mundo en esta población me ha dado la bienvenida", asegura.
Mientras que la colombiana Verónica Abondano, que vive en Ave Maria junto con su esposo Luis Forero y sus cinco hijos, reitera con vehemencia que la fe católica de ella y de muchos de sus vecinos no se traduce en imposiciones a otras personas de la comunidad.
"Tratamos de vivir nuestra religión amando al hermano como a nosotros mismos. Esa es la evidencia de nuestra religión afuera de la iglesia", le dice a BBC Mundo. "De resto, todo se hace en la iglesia, no veo cómo podría afectar al resto de la comunidad".
Independiente de la polémica cultural y religiosa, Ave Maria atrae hoy más personas que nunca.
Hay planes para expandir la ciudad, construyendo más de 11.000 viviendas nuevas.
Ya sea por su espíritu católico o simplemente por los precios bajos de sus casas, la utopía religiosa imaginada por Monaghan funcionó y hoy se edifica, ladrillo tras ladrillo, en la mitad del pantano, lejos del mundanal ruido.
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