lunes, 9 de mayo de 2011

La religión, la naturaleza y el hombre

Desde el principio de la humanidad la religión ha sido parte del ser humano. Tratando de explicar la respuesta a nuestra existencia. Diversas religiones han existido, pero la que llegó para quedarse, al menos en Occidente y en ciertas partes de Europa es la religión católica. En esta religión Dios y la llegada de Jesús al mundo son de los hechos más relevantes, pero si algo creó Dios es la naturaleza, la naturaleza es el motivo por el que el hombre existe, por lo tanto hay que respetarla para poder estar en contacto con Dios.
Lo que se vive en estos tiempos es un capitalismo llevado al máximo potencial, con dinero como principal motivo de poder. Algo que para mí es reprobable es que la iglesia nunca ha promovido el respetar los hábitats naturales, ecosistemas, etc. Esto es algo que en estos tiempos ni lo hará, pero en el pasado tuvo la opción de ver por la relación del hombre y la naturaleza, es decir es que en vez de construir iglesias, tener oro y llegar a ser la institución más rica en el planeta en los siglos pasados, debió predicar una vida en contacto con la naturaleza. Desde ese punto para mí la iglesia ha perdido mucha credibilidad ya que solo le da importancia a lo humano. Es algo que me parece nunca lo va a hacer pero desde mi punto de vista tiene la obligación de tratar de arreglarlo.
La iglesia tiene recursos económicos para salvar especies en extinción y proteger zonas naturales, también puede hacer conciencia en mucha gente sobre el cuidado del medio natural. Insisto, el problema no es de hoy, sino desde que la iglesia se adhirió al poder, a promover el capitalismo, las guerras, haciendo caso omiso de la esencia de Dios y naturaleza, o ¿será que la creación de la iglesia, como el no respetar la naturaleza, la lucha por el poder, son características del ser humano que nunca se quitarán ni estando muertos?, entonces para que engañarnos y ser hipócritas y no aceptar que el ser humano está en el camino equivocado en su manera de tratar de salvarse y tratar de mantener contento a Dios asistiendo a las misas, cuando lo que más le duele a Dios es que el ser humano esté acabando con la naturaleza.

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