La consideración de México como uno de los países más
laicistas del continente puede ser interpretada como una paradoja, si se toma
en cuenta que en él, la religión, en general, y la religión católica en
particular, siempre ha desempeñado un papel central en la vida nacional. De
hecho, no es exagerado decir que el catolicismo de origen español, que llegó
con la conquista, modeló la sociedad durante más de cuatro siglos y que su
influencia se extiende hasta nuestros días. En el contexto mexicano, la
religiosidad sigue siendo evidente, a pesar de un proceso de secularización
institucional impulsado por el Estado a partir de la segunda mitad del siglo
XIX.
De acuerdo a Roberto Blancarte
(1992) es posible identificar tres de las causas principales de esta situación.
En primer lugar, destaca la posición oficialmente anticlerical del Estado
mexicano durante la mayor parte del siglo XX, la cual contribuyó a crear
una situación donde no era concebible brindar apoyo a centros de investigación
que estuvieran enfocados a la teología o al estudio de la religión.
En
segundo lugar, la adhesión inconsciente por parte de los científicos
sociales a las tesis secularistas que establecían una relación estrecha entre
urbanización e industrialización con la disminución progresiva de la práctica
religiosa y el fervor popular. Situación que fomentó el desinterés por una
problemática que se creía en vías de desaparición.
En
tercer y último lugar, debe anotarse un marcado y mayoritario tradicionalismo
dentro de la Jerarquía de la Iglesia Católica, el cual, propicio un rechazo al
fomento de la investigación social dentro de sus filas, con el objetivo de
evitar el cuestionamiento de su actuación.
A partir de las dos últimas décadas del siglo pasado,
el paradigma de la secularización comenzó a ser cuestionado y la idea de un
regreso de lo religioso o bien de un reencantamiento del mundo comenzó a
abrirse camino. A ese respecto, Peter Berger (2001) subraya que uno los
errores en las teorías de la secularización es la convicción de que la
modernización conduce ineluctablemente a una pérdida de importancia de la
religión.
Asimismo, conviene subrayar la
contribución de la sociología religiosa, particularmente la católica, al
desarrollo de las ciencias sociales en México. Este hecho, contribuye a
explicar el papel de la Iglesia Católica como uno de los ejes articuladores de
los estudios sobre lo religioso. Es evidente que, a pesar de su riqueza,
esta característica ha ocultado la diversidad y la pluralidad de las
expresiones religiosas mexicanas. En la actualidad el monopolio de lo
sagrado que ostentaba institución romana se ha perdido y asistimos a una
multiplicación de la oferta religiosa, donde las denominaciones cristianas
protestantes, las sectas, los grupos no cristianos o paracristianos y los
nuevos movimientos religiosos crecen en forma espectacular.
Bibliografía
Berger,
P. L. (2001) La désécularisation du monde : un point de vue global. In
BERGER, Peter, WEIGEL, George, MARTIN, David et al. Le réenchantement du monde. Paris, Bayard Éditions, 185 p.
Blancarte,
R. (1992) Historia de la Iglesia Católica en México. México: FCE, El Colegio Mexiquense, 447 p.
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