sábado, 12 de julio de 2014

El señor Jesús y el señor fútbol.



Ahí les va. Imaginemos el siguiente escenario:
  • Una copa dorada , situada como pieza central de la ceremonia y adorada por una multitud.
  • Cantos, oraciones  y jaculatorias.
  • Una jerarquía dotada de poder.
  • Once apóstoles, titulares de la fe, siendo observados por todos.
  • Símbolos cargados de afectos y significados.
  • Fuertes tradiciones trasmitidas de padres a hijos que se vuelven prácticas familiares arraigadas.
  • Tendencia al fanatismo e intolerancia. 
  • Dogmas incuestionables que brindan consuelo.
  • Manejo ceremonial del tiempo.
  • Movimiento de masas.
¿De qué creen que estamos hablando? 
Todos estaremos de acuerdo con que son elementos propios de la religión católica; 
pero, si los analizamos, nos daremos cuenta de que cada uno de ellos también está presente en el fútbol.

En el texto "El fútbol como religión secular",   Leonardo Boff nos explica cómo este deporte puede llegar a vivirse como una religión.

En el fútbol se disputa la copa, los fanáticos entonan porras, cánticos y asisten con puntualidad a la ceremonia, vestidos con las ropas que marca la tradición. Todas estas prácticas se heredan de generación a generación de la misma forma en que determinada fe se transmite. Así, por ejemplo, alguien puede nacer guadalupano y americanista. 

En ambos escenarios, existe la posibilidad de caer en el fanatismo. Podríamos ver un  pleito entre miembros de las "barras" del Chivas y Atlas o Boca juniors y River plate después de haberse jugado un clásico, de la misma forma en que se enfrentan israelíes y musulmanes. La pertenencia a un equipo se vuelve un símbolo de identidad familiar, de barrio, de ciudad y de país.

Resulta también similar la forma en que surgen dogmas que no se cuestionan, que se repiten y que brindan consuelo: "No fue penal" Se dice  en nuestro País hasta el cansancio, después de la derrota que nos dejó fuera del mundial. Hay de aquél que se atreva a cuestionarlo.

Así mismo, en ambos fenómenos se pueden llegar a tolerar algunos "daños colaterales" a cambio del logro de un bien mayor. Tanto la religión, con sus guerras santas e inquisiciones, como el fútbol con el desplazamiento de grupos vulnerables que fueron totalmente ignorados para el buen logra del mas reciente mundial, deciden restarle importancia a la vida de algunas personas con tal de poder disfrutar y difundir la gloria del señor, ya sea que este sea el Señor Jesús o el Señor fútbol.


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