El sábado fue la boda de una de mis mejores amigas; si por mí hubiera
quedado, yo no hubiera ido a misa, porque no creo en la Iglesia (para
no entrar en detalles), pero mi moral me ganó y se me hacía una
grosería no presentarme a la ceremonia de TAN importante evento para
una persona especial para mí.
Aquí el porqué me arrepentí de haber ido, y lo que me recordó porque
ya no voy a misa (y esta es mi visión personal):
- El sacerdote JAMÁS habló de matrimonio, más que para decir que era
la única forma de seguir con el "Proyecto de Dios" a través de la
familia...
- Habló, por supuesto y como cualquier otra religión, que ésta es la
"única y verdadera"...
- Y lo que más me impactó, cuando explicó a lo que se refería con el
"Proyecto de Dios" dijo que se trataba de un proyecto de vida 100% al
pie de la letra (o al pie de la Biblia y los mandamientos), y quien no
se comprometa de corazón, quien no se arrepienta y acepte a Cristo en
su vida y en su alma, va a morir. De verdad. Dijo, y cito "...Como ese
Steve Jobs! Nos dejó muchísimas cosas. Cuántas facilidades no nos
proporcionó? Fue brillante! Pero, alguien recuerda si alguna vez
encomendó su obra a Dios? O alguien sabe si lo mencionó alguna vez? Si
realmente siguió el Proyecto de Dios? NO! Por eso le dio cáncer! Y
ahora se encuentra lejos del Edén y del paraíso..."
Pues bien, lejos de acercarme a Dios a través de su sermón, me dio
mucha impotencia y coraje que el sacerdote propagara su religión a
través de una cultura de miedo; "Cree o te mueres" se me hace una
declaración extremadamente fuerte, sobretodo porque yo creo en la
experiencia personal y relativa de Dios o de lo Espiritual y de la
verdad. Y bueno, el primer punto me molestó por obvias razones, yo iba
a ver, escuchar y vivir el matrimonio católico y resulté regañada y
amenazada de muerte por no creer.
Por otro lado, si lo comparo "organizacionalmente" y al sacerdote lo
ponemos como gerente y la gente como "X" audiencia a la que había que
presentarle el Estado de Resultados del Año, me dio la impresión de
que ni preparado tenía su informe, que ni siquiera lo estudió y que
todo lo que dijo se lo sacó de la manga.
Me atrevo a renegar así de esta ceremonia porque he asistido a bodas
donde el sacerdote logró ponerme a reflexionar, me hizo reír (porque
esa fue la intención, no como burla), incitó a la introspección, dio
un testimonio real de la pareja a la que estaba casando, habló según
el contexto social actual ("Love with passion..." le decía el
sacerdote a los novios jaja), habló del amor y del compromiso (sin
mencionar a Dios necesariamente); no fue hostigante, aburrido,
catedrático o amenazante.
Alejandra Rodríguez
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