Este libro trata de mantener el espíritu religioso y político al mismo tiempo. Como personaje principal encontramos a Jesucristo Gómez que quiere ser, a un tiempo, un renovado acto de fe en el Cristo de las Escrituras y una reflexión un tanto dramática sobre el país de los humildes y sus circunstancias de vida. Jesucristo Gómez es hijo de María David, no se sabe quién es el padre; aunque José aparece como tal. El drama está ubicado a finales de la década de los setentas en la ciudad de México y en distintos Estados de la República. Jesucristo es un revolucionario pacifista que busca la igualdad social, se enfrenta al gobierno corrupto.
En lo personal al leer esta nueva versión de Jesús, más cercana a mi situación, a mi entorno, no se si el personaje me agradaría o me chocaría, no se si me agrada precisamente su forma de manejar las cosas, en algunas situaciones creo que se enfoca más en hacer las cosas que en ser comprendido por ellas, creo que es un personaje que va por lo que es correcto sin importar a quien aplaste en el camino, sin buscar un equilibrio o un diálogo entre las partes. Sin embargo no se si esto sea lo que a juzgar por la situación sea necesario, una solución tajante y de raíz a las necesidades de los desprotegidos. No se si al llegar a conocer a un anarquista, revoltoso y desprolijo cómo él, me sentiría en presencia de un salvador, lamentablemente creo que tiene que ver con la educación que la mayoría de los jóvenes que pueden recibir educación universitaria tienen detrás de ellos, ya que obviamente son –somos- personas que en su mayoría no han vivido las carencias tan marcadas que otros fuera de nuestra realidad tienen que lidiar. No se si estar de acuerdo con el personaje que busca la justicia y la paz y despojarme de toda mi educación –vergonzosamente “burguesa”- y todo lo que me ha sido enseñado, por ir a “echar bala” por los demás, creo que me da miedo esa situación y creo que me iría por el camino de buscar soluciones mediante el diálogo y una equidad que poco a poco valla ganando terreno, sin embargo dudo que esto sirva por que allí tenemos por todo el mundo oficinistas y diplomáticos de la Organización de las Naciones Unidas, y tenemos ejércitos pacifistas y ecuánimes etc, que de poco han servido para mediar –o remediar- las situaciones.
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