Desde sus inicios, las religiones abrahamicas han sido la raíz de la mayoría de los movimientos religiosos que conocemos en la actualidad, caracterizadas por el monoteísmo, y los diversos libros sagrados en los que recae la fe de sus simpatizantes. Lo que diverge en la doctrina católica, es la tenacidad que ha definido a los jerarcas clericales, para imbuir a sus seguidores esa obediencia al dogma y la noción al pecado, sin tener que abrir un libro, o detenerse a analizar las circunstancias.
En contraste con lo anterior, en lo que concierne al Islam y el Judaísmo; las enseñanzas de las tradiciones -ya sean orales o escritas-, la preparación doctrinal, y el perfil de una fortísima identidad de los fieles hacia su cultura religiosa fortifica su fe, de una manera que se vuelve imposible de permear (una clara diferencia con el fiel católico). Asimismo, da las herramientas necesarias a los seguidores para formular argumentos de la ideología que ejercen.
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